La ‘celda’ de Urdangarin es un apartamento de 450 m2 pintado de colores «para alegrar la vista»
El marido de la Infanta Cristina, Iñaki Urdangarin, cumple su octavo día en la prisión de Brieva (Ávila), en la que ocupa un módulo de 450 metros cuadrados, pintado en colores blanco, burdeos y grises y que cuenta con una amplia zona de estar, dos patios, cocina y una celda con capacidad para dos reclusos, una mesa y una televisión. Un espacio en el que vivirá solo y que albergaba seis celdas cuando se construyó la cárcel hace 30 años.
Y es que no se puede hablar propiamente de celda para referirse al habitáculo en el que cumple pena el cuñado del Rey. Se trata en realidad de una vivienda erigida sobre la superficie de esas seis celdas iniciales con que contaba este módulo penitenciario diseñado por el arquitecto Alfonso Navarro, y que se convirtió tras una reforma en «un pabellón para un solo recluso», según el arquitecto Alfonso Navarro.
El ‘apartamento’ en el que habita el ex duque de Palma se halla en ese espacio rectangular y en el que su arquitecto introdujo por primera vez en las cárceles españolas el uso de colores, principalmente el blanco «más luminoso, y con el que, junto al gris y al rojo burdeos en los zócalos, conseguimos darle una sensación más alegre y menos tétrica de lo que hasta entonces eran las cárceles en España», explica en conversación telefónica con OKDIARIO.
El autor de este centro penitenciario que data de 1988 sostiene que trató de aportarle un diseño que rompiera con las prisiones de la época. «La inversión de Instituciones Penitenciarias fue entonces «de 1.000 millones de pesetas, unos 6 millones de euros actuales. Su conversión en cárcel de mujeres a mitad de la obra costó 250 millones», señala.
Amplio y con luz
A ese fin responde el diseño de las ventanas, «más amplias para que los presos tuvieran más luz, como la que tiene Urdangarin». La celda del preso más famoso del país tiene la puerta a la derecha. Nada más entrar, hay «dos camas individuales a un lado, un inodoro y un lavabo de acero inoxidable». Fuera de ella, la zona tiene «una cocina», dos patios y un pequeño gimnasio con una bicicleta estática y pesas. El pabellón está situado «al principio de la entrada principal, a la izquierda, al lado del locutorio, del ‘vis a vis’ y cerca de la enfermería, separados por un muro», detalla.
La celda estándar contaba entonces con un aseo con «ducha, retrete y un lavabo de acero inoxidable, una litera y una mesita de noche junto a una pequeña «. También con una pequeña zona de estar de unos siete metros cuadrados (el mínimo para una habitación de VPO según marca la ley) en la que el interno disponía de una mesa y una silla. El anterior ocupante de este módulo para hombres, el ex director general de la Guardia Civil, Luis Roldán, compró una televisión que le ayudó a sobrellevar los diez años de condena que pasó en Brieva.
El pabellón de Urdangarin, aislado del resto de un complejo penitenciario con capacidad para 300 personas y que hoy ocupan sólo mujeres, está «totalmente integrado en el resto de la edificación», destaca Navarro.
Una cárcel innovadora
El arquitecto y profesor cuenta cómo visitaba su obra cada año con sus alumnos universitarios porque se trató de una construcción pionera. «Se quedaban impresionados», evoca con orgullo. «Les llamaba la atención la amplitud de los espacios o los colores con que traté de incorporar el edificio y sus prefabricados al paisaje de Ávila, al color de la tierra», recuerda. Fue un proyecto «innovador: por primera vez se dotó a un prisión de una estructura en eje, con patios con árboles, polideportivo o un módulo de ‘vis a vis’», apunta.
Alfonso Navarro destaca lo que costaría en este momento un centro penitenciario como el de Urdangarin: «Ahora esa cárcel costaría 60 millones de euros», explica a este periódico. Y el pabellón que ocupa el ex duque de Palma «tuvo un coste notable» para adecuarlo a módulo para hombres. El arquitecto pone un ejemplo: «Teniendo en cuenta el total del presupuesto y sin que hubiese ningún tipo de lujo, si hubiese sido un hotel podría decirse que como una habitación de cinco estrellas», concluye.